Habrán muy pocos términos tan desprestigiados como el anarquismo. Desde las posiciones de derecha hasta las de izquierda, desde la academia hasta la conversación de la esquina, el calificativo -anarquista- tiene, ciertamente connotaciones negativas. A todo esto se añade el estereotipo, tan divulgado, del conspirador enfundado en su paletó negro de cuello alzado que espera en la semioscuridad con la bomba bajo el brazo o la pistola en ristre para lanzarse en ataque suicida contra algún monarca, teócrata o alto potentado?
Corporación Editora Nacional. 1986.